Miedo escénico

Thursday, May 25, 2006

Atacá (I): Solysombra


Cuando alguien enferma, bueno, sufre un ataque (léase angina de pecho, apedicitis, ataque al corazón, epiléptico...) el que lo sufre vive ese momento, lo padece, enterándose porque le sube un dolor por el pecho y porque se ahoga (en el caso del corazón) porque le duele la ingle (apendicitis), o sin enterarse de nada, como en la epilepsia.
Después están los que siguen sufriendo: por un lado, los que asistieron en vivo y en directo, por otro, la familia y los amigos más cercanos que se preguntan por qué no estaban allí.
Y, por último, de nuevo, está el enfermo de turno que, a partir del día D, mantiene una presencia constante de alguien que le pregunta a todas horas si está bien.
Después de mi ataque, tras una semana de ingreso, una resonancia, un escáner, una placa de tórax, no sé cuántos análisis y pruebas... me han diagnosticado epilepsia criptogénica, medicación pemanente y, por lo tanto, se acabó el alcohol en mi vida, las luces de discoteca, la play station y el Festimad... (palabras del médico). De lo tercero y cuarto no sé nada, de lo primero y lo segundo tampoco era adicta, así que no me supone ningún trauma.
Puede que no vuelva a darme nunca más pero aunque me hayan prohibido el solysombra de la época de mi abuela, no lo necesito porque tengo los míos propios. No sabría decir cuál de los dos tiene más de cada cosa. Los dos iluminan mi vida murciana cada día: mi madre adoptiva Carmen, cuya imagen el día D con su bata fucsia en el pasillo de mi casa minimalista daba luz a toda la estancia, mientras intentaba convencerme de que su marido era el mío, para ver si yo salía de mi aturdimiento y pronunciaba "No, no, es Guillermo", "¿Tu marido?", "No, el tuyo... yo no estoy casada". Un sol que se preocupó de acoger a mis padres, de avisar a mis compañeros para que no me molestaran y de ponerle unos huevos fritos con chorizo a mi progenitor que le supieron a gloria y, lo fundamental, de ocultar esto último a su hija.
Y, ¿el otro sol? Juanma. ¡Qué decir del solete de mi compañero de caminos y andanzas! Para lo bueno y para lo malo, sí, exacto. A veces, en estos días el astro rey de mi vida proyecta demasiada sombra y consigue que mis respuestas "Síiiiiiiiiiii, estoy bieeeeeeeeeeeeeen" parezcan de cansancio y hastío pero tú sabes, cariño, que en el fondo, te entiendo cuando me pides que no haga ruidos extraños con la garganta mientras estoy viendo la tele o leyendo en el sofá, que no mire fijamente a un punto (aunque tan solo piense qué tengo que hacer mañana) o que deje de hacer chistes sobre endemoniados y convulsiones. Todo te recuerda los dos ataques.

Yo recuerdo, cada día, que mi sol está tan cerca que su sombra me protegerá siempre.

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Cuídate mucho, niña. Ya sabes por dónde ando si necesitas cualquier cosa. Madrid no está tan lejos...

Besos

10:53 AM  
Anonymous Anonymous said...

Tía, tía, tía... ¿te puedo llamar criptogénica? Mola mil... Yo soy estrábica, pero no tiene tanto glamour...
Pues nada, los bloody marys se los dejas a las Ketchup y, a partir de ahora, que vivan las bebidas energéticas y el kas de manzana.
Yo también les doy las gracias a tus soletes de la guardia. Hacen que Murcia no esté tan lejos y que las preocupaciones pesen menos.
Besos

5:58 AM  
Blogger eresfea said...

Desde ahora yo beberé por ti. Si es que cuando me preocupo...
A Superman también le daba eso cuando le acercaban la piedra verde. Pero, ya ves, salvaba el mundo.
Un abrazo cuidadoso,
Josean.

6:03 AM  
Blogger gusiluz75 said...

Ya sabía lo de tu preocupación, eresfea... Hay alguna bebida que sí que se me va a hacer duro no beberla: el lambrusco en casalucía, el vino en Artajona o el bloodymary del Itaca (para una bebida con alcohol blanco que no me sentaba mal...) pero en fin, no pasa nada.
Gracias por los abrazos y las preocupaciones.

10:34 AM  

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