Cronimur vuelve
Me dicen los amigos que me he vuelto demasiado romanticona y que echan de menos mis crónicas sobre la vida murciana más urbana y menos pastelona. Vale, lo reconozco, después de caerme por las escaleras del Aulario General, de estar con el ojo morado y de dejarme cuidar por mi enfermero particular, he entrado en un mundo tan del siglo XIX que me olvido del XXI.
Así que ahí va una de la ciudad.
Una de las cosas que más me llamó la atención cuando llegué a Murcia fueron las miradas de la gente. La gente te mira, te remira y si puede se da la vuelta y te hace un escáner completito por si se les ha olvidado algo... Se aburren o no sé qué les pasa. Desde que en septiembre me trasladé de barrio me di cuenta de que no sólo me miraban las mujeres de más de 45 para ver qué ropa llevo o cómo me queda el pelo, sino que me miraban demasiadas mujeres. A todo esto tengo una obra enfrente de mi "solución habitacional" y eso sí que es el mirador nacional aderezado con frases como "vecina, qué guapa estás hoy" o "guapa, sube que te veamos" (verídico y real como la vida misma). Bien, hasta ahí todo bien, pero de repente me empiezo a dar cuenta de que mi barrio es cool, abren nuevos locales fashion, organizan fiestas discretas y elegantes en bares nice y abren tiendas de ropa extraña por doquier... Cuando vives en el barrio conocido como la Chueca murciana te das cuenta de que ningún nombre es por casualidad (Felina´s, Maricoco...) y de que los gritos de una mujer desde la puerta del Maricoco "vecina, qué haces en el balcón, baja, baja" tampoco son para comentarme lo que ha subido el pan. Normal. 30 grados y yo en el balcón ligera de ropa... como para no gritarme de todo... Mañana sigo.
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