Hace un mes que no doy señales por el blog. Si es que no tengo tiempo... es la verdad. Entre la coordinación de los proyectos fin de carrera, la escritura del manual de la asignatura (ya está en el horno), el congreso de Madrid sobre las guerras carlistas, el artículo sobre archivos...
Otra vez han dado señales los del libro, que si sí, que si no... la verdad es que ya me veía actualizándolo otro año más.
Mientras, en este mes he visto a Elea, su maravillosa Kelly y he disfrutado de su compañía y de sus buenas cenas. Prometo que cocinaré para ella cuando se acerque hasta aquí de camino a Granada.
También he conocido a Emilio, el de Lucía y ya nos reímos un rato en Puenteareas... hablando de batukas y demás.
Ah, por cierto, Lucía tengo que hablar contigo de un desvarío que nos ha entrado ahora a Jm y a mí por recorrer España andando... bueno, España, empezaremos por la zona murciana para en verano irnos al norte. ¿Yo haciendo deporte? Uf, qué duro va a ser esto... no sabemos ni el equipamiento que hay que llevar pero ilusión nos sobra por todos los lados, ja,ja.
Después de Navidad empezamos el entrenamiento, ya te contaré cómo acabamos. Y el yoga fenomenal, bueno, para el cuerpo y el espíritu bien, aunque si me lo tomo a pecho puedo salir con la autoestima tocada todos los días porque la tipa ya directamente manda un ejercicio, yo qué sé, por ejemplo, el cocodrilo dormido y su frase a continuación es: "Susana, tú haz este otro si no puedes"... Hoooombre, hoooombre, que ya sé que no tengo flexibilidad, que la dejé olvidada en la cuna... pero no lo digas tan aaaaaaaaaaalto, jodía.
Y así seguimos, dando tumbos pero contenta. Y dicen que hasta más tranquila... os iba a mandar una postura dificilísima... el saludo al sol... que la haga el que pueda... pero no me deja, a ver si mañana o pasado la cuelgo.
Algo de deporte hago de vez en cuando. Esta foto es del verano pasado cuando tentamos a la suerte y nos dimos una vuelta en bici por Vitoria Jm y yo. Digo tentamos a la suerte porque luego por la tarde, ya sin bicicleta, me tropecé con un bordillo (o la suela de la zapatilla era demasiado gorda o no levanté el pie lo suficiente) y di con mis huesos en el suelo. ¿Consecuencias? Estoy batiendo el récord de caídas (más en dos años que en toda mi vida junta) y un cristal de las gafas roto.
